Carlos Andrés Pérez y la Declaración de Panamá de 1975

Carlos Andrés Pérez y la Declaración de Panamá de 1975

Corría el año de 1975 y Panamá intentaba adelantar las negociaciones con los EEUU, para alcanzar un convenio justo y equitativo que eliminase las causas que habían generado el conflicto del 9 de enero de 1964, fecha en la que un grupo de estudiantes panameños, con la bandera de su país a cuestas, marcharon heroicamente para reclamar el ejercicio de su soberanía sobre la Zona del Canal, en una de las gestas históricas más importantes de ese país, que ahora se recuerda y conmemora, cada año, como el “Día de Los Mártires”.
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Las negociaciones habían alcanzado un punto crucial a mediados de 1967, cuando se suscribieron los proyectos de los acuerdos “Robles-Johnson” o “3 en 1”, como también se le conocieron, mediante los cuales se propuso la derogación del tratado Hay-Bunau-Varilla de 1903 y la restitución de la soberanía panameña en la Zona del Canal, a partir del 31 de diciembre de 1999 -o del 31 de diciembre de 2009, si estuviese en marcha la construcción de un nuevo canal interoceánico a nivel del mar-. Además, se presentó un proyecto de tratado sobre la defensa y neutralidad de la zona, y otro para otorgar a EEUU los derechos para la construcción de un nuevo canal, que sería administrado por ambos países, por un período de 60 años y no más allá de 2067.
No obstante, ninguna de las dos naciones ratificarían los convenios, y las negociaciones se congelaron después que el Canciller de Panamá, Don Juan Antonio Tack, comunicare formalmente su desacuerdo al Gobierno de los EEUU, en agosto de 1970. Sin embargo, el hecho se convirtió en el punto de partida de los tratados Torrijos-Carter, que más adelante les devolverían a los panameños la soberanía sobre su territorio.
?Ocho meses más tarde, se volvieron a reanudar las negociaciones, pero esta vez sin mayores progresos por el endurecimiento de la política exterior de los EEUU, ya en manos del Gobierno republicano de Richard Nixon. Tampoco la turbulencia política en Panamá, producidas principalmente por las rivalidades entre los caudillos del Golpe de 1968, contribuyó a crear un escenario propicio para la continuación de las negociaciones.
?Sin embargo, la situación dio un giro de 180° a partir de 1972, pues las negociaciones no sólo se reanudaron, sino que se encaminaron hacia una resolución definitiva y concertada en 1977. Y ¿cómo pudo suceder esto?, se pregunta el reconocido geógrafo e historiador panameño Omar Jaén Suarez (negociador adjunto de los Tratados Torrijos-Carter): con el apoyo de la Comunidad Internacional, se responde a sí mismo.
?Fue así como Panamá comprendió que la única manera de sentar las bases de una negociación exitosa, con la primera potencia del mundo, era buscando el apoyo de la Comunidad Internacional. De tal modo y después de hábiles gestiones de los diplomáticos panameños, se logró que en marzo de 1973, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobara una histórica Resolución que apoyaba la firma de un nuevo Tratado, justo y equitativo, para resolver el conflicto entre ambas naciones. La Resolución fue aprobada con el voto favorable de 13 países y uno sólo en contra, el del propio EEUU, mientras que el Reino Unido prefirió abstenerse.
?A partir de ese momento, la Comunidad Internacional acompañaría a los panameños, hasta la firma definitiva de los tratados Torrijos-Carter, el 7 de septiembre de 1977, en una hazaña calificada por el propio Jaén Suárez, como “una de las lecciones diplomáticas más importantes que quedaron como legado de la política exterior panameña del siglo XX”.
?En ese contexto, los presidentes Alfonso López Michelsen (Colombia), Daniel Oduber (Costa Rica) y Carlos Andrés Pérez (Venezuela), conjuntamente con el Jefe de Gobierno Omar Torrijos Herrera (Panamá), suscribieron la Declaración de Panamá del 24 de marzo de 1975.
?Ya Carlos Andrés Pérez se había pronunciado a favor de los derechos de los panameños sobre el Canal, en su discurso para la toma de posesión como Presidente de la República, en 1974. No era de extrañar, entonces, que un año después estuviera promoviendo y participando activamente en las negociaciones.
?En dicha Declaración, los presidentes firmantes dejaron sentada su honda preocupación por la lentitud con que venían desarrollándose las negociaciones entre Panamá y los EEUU, después de 11 años de iniciadas las primeras reuniones. Además, se reiteró el decidido apoyo a las justas aspiraciones panameñas y se acordó dirigirse a todos los gobiernos latinoamericanos, con el fin de invitarlos a desarrollar nuevos esfuerzos, para materializar el apoyo ofrecido a Panamá, en sus gestiones para concertar un nuevo tratado del canal con los EEUU.
?La Declaración tuvo una enorme trascendencia, sobre todo, porque fue suscrita entre Panamá y los pocos países genuinamente democráticos de la Región, para ese momento.
?Entre lo acordado, estuvo el compromiso de Panamá de otorgar a Colombia y Costa Rica algunos beneficios de tránsito sobre el Canal, una vez firmado el tratado. Venezuela, en cambio, suscribió la declaración sin obtener nada a cambio.
?Ya firmados los Tratados Torrijos-Carter, pero aún transcurriendo aquellos meses amargos entre la firma, ratificación y entrada en vigencia de los mismos, CAP no titubeó al decir, en junio de 1978, que “un enfrentamiento entre Estados Unidos y Panamá…hubiera conllevado daños muy graves para nuestras relaciones hemisféricas y de problemas de impredecible significación se nos hubieran presentado sin un arreglo satisfactorio como el que se logró”.
No fue ésta la única vez que CAP contribuyó con el ejercicio del poder soberano de un país centroamericano o del Caribe. Más adelante lo volvió a hacer cuando tres bombarderos y tres cazas de guerra de la Fuerza Aérea Venezolana, fueron enviados al aeropuerto Juan Santamaría de San José de Costa Rica, para detener la pretensión de Anastasio Somoza (Tachito) de adjudicarse parte del territorio de los ticos. También demostró su compromiso con la democracia en la Región, cuando respaldó la elección del Presidente dominicano Antonio Guzmán Fernández, cuyo legítimo triunfo en 1978, pretendió ser desconocido por las fuerzas armadas de su país; o cuando se encargó de la seguridad de doña Violeta Chamorro, una vez electa presidenta de Nicaragua, en 1990, en un hecho que, por cierto, le costó su primera magistratura, por una sentencia ilegal y absurda emanada de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela.
No pretendo con esto exculpar a Carlos Andrés Pérez de su responsabilidad de lo que hoy sucede en nuestro país, pero sí recordar cómo el apoyo, solidaridad y compromiso de Venezuela, fue determinante en varias ocasiones para resguardar la soberanía y la democracia de la Región.
Y ¿Cómo no recordarlo ahora cuando es precisamente el pueblo de Venezuela, el que necesita de la ayuda de la Comunidad Internacional, para salir de un régimen oprobioso, como el de Nicolás Maduro Moros? Una dictadura que, por cierto, es exactamente igual a la que pronosticó el Presidente Pérez y nos dijo que se instauraría en Venezuela, si Hugo Chávez alcanzaba el poder en las elecciones de 1998.
?Gustavo Saturno Troccoli